miércoles, 12 de noviembre de 2008

¡¡¡¡ FUERA DIOS DE LA EDUCACIÓN !!!!


¡Fuera Dios de la educación!
Estábamos comiendo, celebrando un cumpleaños de una persona amiga común y el comensal que tenía al frente me preguntó cómo me iba en el pueblo y si los jóvenes iban a misa, le respondí que "pocos" me dijo: "¡Menos mal que ya se están quitando esa lacra de encima"!
Me quedé perplejo y no quise armar la pelotera, pero tampoco quise levantarme sin preguntar por qué me había dicho aquello, ya que la comida me iba a hacer daño.
Ante mi pregunta: ¿Por qué me había dicho aquello? Yo le indiqué la propuesta de Jesús: apostar en la vida por la PAZ, el AMOR, la JUSTICIA, la VERDAD, la LIBERTAD... esto es lo que predica la iglesia y a esto anima. "Si crees que en la vida hay otra cosa más interesante -le dije- te agradeceré que me lo indiques, porque estoy dispuesto a cambiarme"
Jamás he visto una reacción igual: me dijo de todo menos guapo y terminó diciendome que soy un fascista y un facha intolerante como toda la gente de iglesia.
Ahora, independientemente de lo que este "líder" de la libertad y la tolerancia pueda decir y de lo que cada uno pueda pensar, que me parece absolutamente respetable, y por eso la iglesia ha sido la primera que viene gritando ya más de medio siglo, el derecho inalienable de la libertad de conciencia y de expresión, pero lo que no se puede es querer borrar la conciencia, la capacidad de razonamiento y establecer un modelo único de pensamiento: el que establecen las leyes del mercado y del consumo.
Si nos cogemos la Biblia, en la Iª Carta de S. Juan (IJn. 4,7ss.) ) allí nos dice que Dios es AMOR y si la vamos recorriendo la Sda. Escritura despacio, nos daremos cuenta que Dios es LA PAZ, LA JUSTICIA, LA VERDAD, LA SOLIDARIDAD, LA LIBERTAD...
Pues bien, para los que sostienen que "Dios debe desaparecer de la educación" hay que sostener en consecuencia que ha de ser una educación no para el AMOR, sino para el odio, la competencia... No para la PAZ, sino para la guerra, para la opresión, para la violencia... No para la VERDAD, sino para la mentira, la corrupción, el chantaje, la extorsión ... No para la JUSTICIA sino para la injusticia, la, el atropello, el avasallamiento... No para la SOLIDARIDAD, sino para el egoísmo, el individualismo, la insolidaridad y la soledad... No para la LIBERTAD, sino para la esclavitud...
Si quitamos a Dios de la educación, dejaremos al hombre en el aire, sin bases ningunas, sin humanidad, hundido en el caos más absoluto que alguien pueda imaginar, sin horizontes algunos de esperanza y haremos que desaparezca todo tipo de ética, de moral, y de principios a los que atenerse.
Y no nos valen tretas ni arreglos de ningún tipo: la frase de Jesús: "O conmigo o en contra mía" es tajante: No hay situaciones medias: si quito el amor, su ausencia es el odio; si quito la justicia, su ausencia es la injusticia, si quito la libertad, su ausencia da como resultado la esclavitud; si quito la paz, su ausencia es la guerra... El hombre llegaría a ser el verdadero "lobo para el hombre".
Si quitamos a Dios del horizonte del hombre habremos convertido esta humanidad en un auténtico infierno.

IGLESIA DEL FUTURO

Es increíble que después de 33 años, algo tenga una actualidad tan impresionante, hasta el punto que al leer esto, da la sensación de encontrarnos ante una persona con una clarividencia tal que nos deja sorprendidos:


LA IMAGEN DE LA IGLESIA DEL FUTURO
(J. Ratzinger - Munich 1976)

De la iglesia de hoy, va a surgir, como tantas veces, la iglesia del mañana. Ella va a disminuir y empezar totalmente de nuevo. Ya no va a poder llenar totalmente sus edificios (templos) los cuales fueron levantados en la cumbre de la coyuntura de la vida eclesiástica.
La iglesia va a perder en número de sus miembros y también en sus muchos privilegios que hoy tiene en la sociedad. Como una comunidad pequeña va a necesitar más la iniciativa y la entrega de cada uno de sus miembros.
La iglesia, seguramente va a conocer nuevas formas del ministerio, por ejemplo: cristianos comprometidos, que estando en su trabajo van a ser ordenados sacerdotes. En muchas pequeñas comunidades se va a realizar de esta manera la labor pastoral.
La iglesia va a experimentar con más fuerza la comunidad de entrega voluntaria y se va a manifestar así, de modo que será a través de una opción personal, por la cual se accede a ella. Pero en todos estos cambios va a encontrar nuevamente lo esencial de ella, lo que siempre fue su centro.
-la fe en Dios, su creador del cielo y de la tierra.
-La fe en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
-La fe en el Espíritu Santo, el Paráclito, que vive y actúa en la iglesia.
-La iglesia que va a descubrir en la fe y en la oración su propio centro, que va a experimentar los sacramentos como su verdadero culto, y no como una actuación litúrgica.
Nuestra iglesia va a ser una iglesia interiorizada, que ya no insiste con vehemencia en su mandato político, y que no va a flirtear ni con los de la izquierda ni con los de la derecha.
Nuestra iglesia lo va a tener difícil, porque el proceso de la cristianización y purificación va a tomar muchas y buenas fuerzas. Este proceso va a hacer nuestra iglesia pobre y la va a presentar como “iglesia de los pobres”.
Así pues, me parece seguro que vienen tiempos difíciles para la iglesia. Tenemos que contar con bastantes sacudidas.
Uno puede prever que todo esto va a necesitar su tiempo. Es un proceso que va ser lento y a veces agotador, así como fue demasiado largo el camino de los “falsos avances” que se dieron en las vísperas de la revolución francesa hacia la renovación eclesiástica del siglo XIX.
Pero después de la prueba, de estas separaciones, va a surgir una gran fuerza desde una iglesia interiorizada y simplificada, porque los hombres de un mundo totalmente planificado, van a estar tremendamente solos. Ellos van a reconocer su total y terrible pobreza, cuando han perdido a Dios totalmente de su vista y lo hayan perdido de su corazón..
Entonces van a descubrir en sus pequeñas comunidades de creyentes algo totalmente nuevo, como una esperanza que les llega como respuesta, que buscaron siempre en lo secreto, y en lo más profundo de sus corazones y que desde siempre habían preguntado por ello.
También estoy seguro de lo que quedará al final: No una iglesia del culto político que muchas veces, ya en la historia ha fracasado, sino una iglesia de fe.
Nuestra iglesia no va a ser más una iglesia en las extensiones de poder social, tal como ha venido siendo en el reciente pasado, pero va a florecer de nuevo y va a hacer visible lo que es: un hogar para todos los hombres, que da sentido a sus vidas y una esperanza más allá de la muerte.