miércoles, 12 de noviembre de 2008

IGLESIA DEL FUTURO

Es increíble que después de 33 años, algo tenga una actualidad tan impresionante, hasta el punto que al leer esto, da la sensación de encontrarnos ante una persona con una clarividencia tal que nos deja sorprendidos:


LA IMAGEN DE LA IGLESIA DEL FUTURO
(J. Ratzinger - Munich 1976)

De la iglesia de hoy, va a surgir, como tantas veces, la iglesia del mañana. Ella va a disminuir y empezar totalmente de nuevo. Ya no va a poder llenar totalmente sus edificios (templos) los cuales fueron levantados en la cumbre de la coyuntura de la vida eclesiástica.
La iglesia va a perder en número de sus miembros y también en sus muchos privilegios que hoy tiene en la sociedad. Como una comunidad pequeña va a necesitar más la iniciativa y la entrega de cada uno de sus miembros.
La iglesia, seguramente va a conocer nuevas formas del ministerio, por ejemplo: cristianos comprometidos, que estando en su trabajo van a ser ordenados sacerdotes. En muchas pequeñas comunidades se va a realizar de esta manera la labor pastoral.
La iglesia va a experimentar con más fuerza la comunidad de entrega voluntaria y se va a manifestar así, de modo que será a través de una opción personal, por la cual se accede a ella. Pero en todos estos cambios va a encontrar nuevamente lo esencial de ella, lo que siempre fue su centro.
-la fe en Dios, su creador del cielo y de la tierra.
-La fe en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
-La fe en el Espíritu Santo, el Paráclito, que vive y actúa en la iglesia.
-La iglesia que va a descubrir en la fe y en la oración su propio centro, que va a experimentar los sacramentos como su verdadero culto, y no como una actuación litúrgica.
Nuestra iglesia va a ser una iglesia interiorizada, que ya no insiste con vehemencia en su mandato político, y que no va a flirtear ni con los de la izquierda ni con los de la derecha.
Nuestra iglesia lo va a tener difícil, porque el proceso de la cristianización y purificación va a tomar muchas y buenas fuerzas. Este proceso va a hacer nuestra iglesia pobre y la va a presentar como “iglesia de los pobres”.
Así pues, me parece seguro que vienen tiempos difíciles para la iglesia. Tenemos que contar con bastantes sacudidas.
Uno puede prever que todo esto va a necesitar su tiempo. Es un proceso que va ser lento y a veces agotador, así como fue demasiado largo el camino de los “falsos avances” que se dieron en las vísperas de la revolución francesa hacia la renovación eclesiástica del siglo XIX.
Pero después de la prueba, de estas separaciones, va a surgir una gran fuerza desde una iglesia interiorizada y simplificada, porque los hombres de un mundo totalmente planificado, van a estar tremendamente solos. Ellos van a reconocer su total y terrible pobreza, cuando han perdido a Dios totalmente de su vista y lo hayan perdido de su corazón..
Entonces van a descubrir en sus pequeñas comunidades de creyentes algo totalmente nuevo, como una esperanza que les llega como respuesta, que buscaron siempre en lo secreto, y en lo más profundo de sus corazones y que desde siempre habían preguntado por ello.
También estoy seguro de lo que quedará al final: No una iglesia del culto político que muchas veces, ya en la historia ha fracasado, sino una iglesia de fe.
Nuestra iglesia no va a ser más una iglesia en las extensiones de poder social, tal como ha venido siendo en el reciente pasado, pero va a florecer de nuevo y va a hacer visible lo que es: un hogar para todos los hombres, que da sentido a sus vidas y una esperanza más allá de la muerte.